De los debates que surgen en torno a las decisiones cr铆ticas de los entrenadores durante los partidos, sospecho que nos ir铆a mejor si busc谩ramos entender sus motivaciones y no tanto imponer nuestra concepci贸n, con fobias y filias incluidas, de lo que creemos que debe ser el futbol americano.
Sobre la pol茅mica concreta respecto al manejo de partido de Dan Campbell, el cual result贸 absolutamente diferencial para que los 49ers consumaran una remontada que se antojaba improbable por lo mostrado por ambos equipos durante la primera mitad, me parece m谩s interesante la idea de intentar rascar para encontrar explicaciones genuinas sobre lo que pas贸 por la cabeza de Campbell a la hora de hacer lo que hizo, no sobre lo que a nosotros nos hubiese gustado que hiciera.
Esto tiene que ver, en primer铆sima instancia, con el hecho de que el arrojo que ha mostrado Campbell para transformar la cultura competitiva de los Lions es indisociable de su versi贸n de tomador de decisiones. Es decir, la personalidad del entrenador de los Detroit Lions no es un traje que se amolde a las circunstancias, sino una actitud vital respecto al juego. En ese sentido, me gustar铆a recuperar una frase que me tatu茅 desde mis ya lejanos a帽os juveniles, cortes铆a del brillante editor, periodista y novelista argentino Tom谩s Eloy Mart铆nez: "Un hombre no puede dividirse entre el poeta que busca la expresi贸n justa de 9 a 12 de la noche y el reportero indolente que deja caer las palabras sobre las mesas de redacci贸n como si fueran granos de ma铆z".
Con esto no quiero exculpar a Campbell, con cuyas decisiones, por el momento en que se dieron, me cuesta empatizar sin recato. Lo que me parece verdaderamente relevante es aproximarnos a la idea de que el volc谩nico entrenador de los Lions ten铆a sus motivos para actuar como actu贸.
Con todo esto que reflexiono, busco problematizar el hecho de cargar inmisericordemente contra Campbell por mantener inmaculada su imagen de John Wayne -el cowboy sempiterno del Hollywood cl谩sico-, cuando esa imagen fue la que revivi贸 a una franquicia que llevaba tres d茅cadas en estado terminal y sirvi贸 para poner contra las cuerdas al mejor roster de la NFL.
Puestos a revisar toda la evidencia disponible, el hombre se hab铆a ganado el derecho de controlar su destino.